Sigmundo Plistillo
Sigmundo Plistillo, sicólogo sin titulación y vividor por afición, debe su éxito a la cantidad inmensa de políticos a los que aconseja.
Desde que cruzó el océano Atlántico a bordo del crucero de vacaciones "On The Rocks", tuvo la sensación de que su vida se abriría a nuevas experiencias.
Los astros que observaba en el cielo se lo auguraban. El Tarot que siempre llevaba encima se lo confirmaba. Y especialmente esa gaviota que se cagó en su whisky mientras escribía borradores para un futuro libro, fueron las señales concluyentes de que había alcanzado la energía y autoconfianza necesaria para llegar a Patriaña y convencer a todo aquel que se cruzara por su camino.
Hoy es consultor de un Partido Político que se encuentra conturbado en la oposición.
Todas las mañanas, en la madrugada, realiza con los Altos Cargos de Dirección una sesión de sicoterapia que denomina Oficio de Lectura Matutino y en esa reunión da las pautas a seguir durante todo el día.
Sus pacientes cumplen al pie de la letra todas sus instrucciones.
Él, que se sabe con poder y conoce las debilidades de sus clientes, les apunta en una libreta de color azul que cada uno de ellos posee, el grado de esfuerzo personal que tienen que realizar cada día y la consigna única que deben transmitir, sea cual sea el asunto a tratar.
Ese esfuerzo se mide empleando unidades que se relacionan con los agujeros de las correas de los cilicios que portan en sus extremidades. Les encanta el dolor. El sufrimiento. El placer de saberse mártires.
Al acabar la reunión hacen un desayuno frugal y con ojos de encantamiento, fanatismo y seducción, buscan como posesos a periodistas afines que difunden las nuevas con elegancia e imparcialidad.
Ellos hablan de "técnica de templanza, acoso y castigo" cuando examinan al día siguiente el resultado de cada jornada.
Desde que cruzó el océano Atlántico a bordo del crucero de vacaciones "On The Rocks", tuvo la sensación de que su vida se abriría a nuevas experiencias.
Los astros que observaba en el cielo se lo auguraban. El Tarot que siempre llevaba encima se lo confirmaba. Y especialmente esa gaviota que se cagó en su whisky mientras escribía borradores para un futuro libro, fueron las señales concluyentes de que había alcanzado la energía y autoconfianza necesaria para llegar a Patriaña y convencer a todo aquel que se cruzara por su camino.
Hoy es consultor de un Partido Político que se encuentra conturbado en la oposición.
Todas las mañanas, en la madrugada, realiza con los Altos Cargos de Dirección una sesión de sicoterapia que denomina Oficio de Lectura Matutino y en esa reunión da las pautas a seguir durante todo el día.
Sus pacientes cumplen al pie de la letra todas sus instrucciones.
Él, que se sabe con poder y conoce las debilidades de sus clientes, les apunta en una libreta de color azul que cada uno de ellos posee, el grado de esfuerzo personal que tienen que realizar cada día y la consigna única que deben transmitir, sea cual sea el asunto a tratar.
Ese esfuerzo se mide empleando unidades que se relacionan con los agujeros de las correas de los cilicios que portan en sus extremidades. Les encanta el dolor. El sufrimiento. El placer de saberse mártires.
Al acabar la reunión hacen un desayuno frugal y con ojos de encantamiento, fanatismo y seducción, buscan como posesos a periodistas afines que difunden las nuevas con elegancia e imparcialidad.
Ellos hablan de "técnica de templanza, acoso y castigo" cuando examinan al día siguiente el resultado de cada jornada.
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