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jueves, 31 de enero de 2008

Paisajes de agua - Akocha Koato

Hoy, jueves 31 de enero de 2008. A partir de las 20:00 horas.
Inauguración de la exposición "Paisajes de agua" de Akocha Koato

Sala "La Boca Espacio de cultura"
c/ Argumosa 11 - Madrid




Misa de 10

Llegué quince minutos antes de las 10. Fui por el lateral de la parroquia y entré con mi llave directamente a la sacristía.

  • Buenos días papá.
  • Llegas tarde.
  • No arrancaba el coche.
  • Quiero hablar contigo pero ahora no tenemos tiempo.
  • Cuando quieras.
  • Ya no haces falta. Estoy vestido.
  • Voy a mi sitio entonces.

Salí a la calle, di unas caladas rápidas a un cigarrillo, entré en la iglesia y me senté en el primer banco, debajo justo del púlpito.

A partir de ese momento todo fue bastante confuso. Empecé a sentirme mal. Tenía la sensación de que la gente me observaba, y cuando fijé la vista en mi padre vi que portaba una capa de héroe de cómic de color dorado y me miraba con ojos de odio mientras rezaba:

  • "... ¡Superdios vengador de las injusticias, Señor, Superseñor justiciero, manifiéstate, con todos tus atributos, haz que los traidores se pierdan en las cercanas montañas o en el desierto y que las adúlteras se ahoguen con la saliva de Satanás!...".
  • "... Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Superseñor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas a no ser que lo merezcan. Hijos, adorad a vuestros padres en todo, que eso le da gusto al Superseñor...".

En medio de tanto fervor me puse a vomitar violentamente.

Después de una noche agitada lo único que me molestaba era el dolor de cabeza, pero mi estómago era fuerte y resistía todo tipo de mezclas y garrafas. Esa mañana fue distinta.

Salté rodeando el altar, pasé corriendo a la sacristía, entré en el baño y casi me desmayé. Tenía tal flojera que no recordaba nada igual.

Angustias, la mujer que atiende a mi padre, apareció en el baño y me susurró al oído que Superdios conocía todo lo que había pecado desde el mismo instante en que nací y que había llegado el momento del castigo. Asustado, me incorporé para apartarla pero había desaparecido. Me miré en el espejo, guiñé un ojo para comprobar que era yo quien estaba allí y corrí afuera.

En la puerta estaban el doctor, Paula, Carni, y el salvaje.

<< Viene y va >>

lunes, 14 de enero de 2008

¡Vaya desastre!

La fiesta que montaron después de que me largara tuvo que ser tremenda.

Los muy animales.

Tardé diez minutos en atravesar el salón. Las sillas, rotas. Los sofás, unos encima de otros. La mesa que utilizaba cuando nos reuníamos toda la familia en Navidades, boca abajo y con una pata arrancada. La misma que atravesaba la pantalla de la televisión que se encontraba ahora debajo del mueble bar, o lo que quedaba de él, con una puerta descolgada y dejando ver en su interior la colección, hecha añicos, de las botellas en miniatura que robada de los hoteles. Las copas de cristal destrozadas. Las cortinas arrancadas. Una ventana rota. El suelo resbaladizo a pesar de estar recubierto con moqueta. Un olor a garito después de cerrar que daba náuseas...

El trayecto hasta la habitación fue más una excursión de montañero que otra cosa. Y cuando llegué tuve que quitar de encima de la cama hasta la lavadora. No quise ni imaginar cómo habían sido capaces de llevarla hasta allí.

Mandriles sin escrúpulos. Eso eran.

Me tumbé en la cama y dormí 14 horas seguidas.

Cuando desperté busqué ropa limpia que metí en una bolsa de viaje, fui al bar de Tomás a cenar algo, y me largué al Corazoncito para pasar allí la noche.

Mi intención era no tomar más de tres o cuatro copas. Pero cuando pensaba en el estado de mi casa y me acordaba de algunas escenas de la reunión, me enervaba y vaciaba con un par de tragos el vaso que, casualmente, siempre estaba lleno.

Me despertó Mari.

  • ¿Eh?
  • Que te levantes Ese.
  • No puedo.
  • Tú mismo. Es domingo y son las nueve de la mañana.

Un pinchazo taladró mi cráneo. Empezando desde las dos sienes a la vez y terminando en el ojo izquierdo. Tenía una hora para afeitarme, ducharme, vestirme, despejarme con un par de copas de anís, y llegar justo a tiempo de que comenzara la misa de diez.

De haberlo sabido nunca me habría levantado.

<< Viene y Va >>

sábado, 12 de enero de 2008

El asalto

Todo esto me pasa por ser tan estúpido. ¡Dejarme convencer por un médico!

- Llevas una vida muy desordenada. Fumas, bebes, trasnochas. Debes hacer ejercicio. Camina, nada, monta en bicicleta... lo que prefieras; pero no lleves una vida tan sedentaria.

Me caía mal. Se creía que por ser médico tenía permiso para darme sermones. Ya había superado el límite con los de mi padre, que por algo era el cura del pueblo. Le mandé a la mierda, no sin antes decirle que olía mal, llamarle seboso, crápula y amenazarle con contarle a su mujer, Paula, que todos los viernes le veía en "El Corazoncito", el club que estaba a las afueras.

Cuando salí de la consulta cogí el coche y me fui a Ávila. Alguien me había hablado de un gimnasio nuevo y tenía curiosidad por saber si servía para algo.

En la recepción había una chica preciosa. Con el pelo teñido de azul oscuro y gesto serio, que mantenía en los ojos una intención guasona que me sedujo inmediatamente.

  • ¿Qué se hace aquí?
  • Sudar.
  • Pues vaya asco.
  • Peor es creerse gusano.
  • Y aun peor saberse polilla.
  • Una sesión gratis. Flojita. Para ti. Antes de hacer las pruebas médicas. Si te atreves.
  • ¿Duele tanto?
  • Igual te gusta.
  • Mañana vengo.

El entrenador era un tipo enorme, con la cabeza afeitada, anabolizado, reluciente de aceite, de voz grave y cara redonda. Cuando se presentó (Juan creo que me dijo) le respondí: "Encantado Mr. Proper".

No sé si porque era la primera sesión y necesitaba clientes, o por perdonarme la vida, no se molestó, y a partir de entonces me dirigí a él de esa manera.

Tres sesiones fueron suficientes para saber que mi futuro no pasaba por aguantar una hora cada dos días el olor a gimnasio y cuando fui a anular la inscripción, hablando con Carni, la recepcionista, me enteré de que estaba casada con Mr. Proper.

Se me rompieron todos los esquemas. ¡Ésa preciosidad casada con el eunuco!

  • ¿Te hace un intercambio de pareja?
  • ¿Es que te gusta mi marido?
  • Quizás le guste a mi mujer.
  • Convéncela.

Salí contento del gimnasio.

Sólo quedaba encontrar alguien que quisiera hacerse pasar por mi mujer.

Me dirigí a la casa del doctor.

  • Hola Paula.
  • Sabes que no puedes venir a mi casa. Alguien podría verte.
  • No quería contártelo por teléfono.
  • Esta tarde en "El Trompo".
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  • He conocido un tío que te va a volver loca.
  • ¿Qué interés tienes en que le conozca? Creía que sólo me llamabas para follar y ordenar tu casa.
  • Y sigue siendo así.
  • ¿Entonces?
  • Es para que te hagas pasar por mi mujer. Piensas que vas con el tonto de tu marido, te presento a un matrimonio amigo, y te tiras al monstruo del que te hablo. Te aseguro que no te vas a arrepentir. Tiene una pinta estupenda. Incansable debe ser. Se merece un calendario él solo.
  • Y tú con su chica. Ya lo comprendo.
  • Algo diferente para el fin de semana.

El viernes quedamos para cenar en mi casa. Compré todo en un establecimiento de comida preparada y me hice con botellas, limones, hielo, y todas esas cosas imprescindibles para una buena fiesta.

A las nueve de la noche estábamos tomando el primer cóctel. A las once la situación empezó a resultar insoportable.

Carni pasando de mí e intentando ligar con Paula. Paula, nerviosa, persiguiendo a Mr. Proper. Mr. Proper, que nunca bebía, borracho y cogiendo todos los objetos de mi casa para cambiarlos de sitio. Su mujer explicando que sufría un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad que le hacía volverse ansioso y agresivo cuando pensaba que algo estaba desordenado. Yo intentando evitar que tocara nada. Él, como si fuera un elefante, tirando al suelo todo lo que agarraba por lo torpe que era... y cuando iba a largarme de mi casa y dejarles solos para que se arreglaran, llaman a la puerta y aparece el bobo del doctor. El marido de Paula. Se había enterado de todo en "El Corazoncito" porque yo se lo había contado a la camarera la otra noche. El médico, borracho también, embistiendo contra mí. Me aparto y le empujo hacia Mr. Proper. Él, que acaba de encontrarse con algo nuevo en la casa, le agarra por el cuello e intenta subirle al aparador del recibidor que ya estaba vacío porque había destrozado antes los dos candelabros y el florero de cristal con flores de plástico que tenía allí puestos. Paula que se lanza de cabeza contra Mr. Proper. Carni, en ese momento, empieza a pegar unos gritos descomunales mientras se descojona de risa. Su marido al oírla se vuelve loco y empieza a dar manotazos a todo lo que aparece en su campo de visión...

Me fui corriendo al "Corazoncito" para tomarme una copa y olvidarlo todo.

Al día siguiente, cuando volví a casa, daba la sensación de que había sufrido el asalto de un ejército medieval. Y lo peor llegó el domingo.

<< Viene y va >>

miércoles, 9 de enero de 2008

Sólo quedaba esperar

Caminaba mirando al suelo desde la casa hasta la leñera para evitar resbalar por la nieve. Tan ensimismado en cada pisada que al llegar es cuando vi la puerta del cobertizo abierta.

Sentí un sobresalto en el pecho.

Me quedé inmóvil. Escuchando. Mirando al frente y sintiendo mi alrededor.

Ayer lo había cerrado como siempre. Alguien había entrado y quizás aún se encontraba dentro, pero me extrañaba que no tuviera cerrada la puerta con ese frío. No se veían pisadas en la entrada. Quien entró y salió, o no, lo hizo unas horas antes porque la nevada había tapado las huellas.

Si hacía ruido alertaría a quien pudiera estar ahí. Si entraba corría el riesgo de encontrarme con algún peligro. Tampoco podía retroceder.

Dos segundos debió durar esa situación. Di unos pasos y entré.

La leña ordenada al fondo, la mesa de trabajo a la derecha con las herramientas colgadas en la pared, la cesta, la carretilla, el baúl que llevé un día y se quedó para siempre. Todo seguía allí. Pero estaba cambiado de lugar y perfectamente limpio y ordenado.

Nunca había limpiado el cobertizo que utilizaba para guardar la leña y las herramientas. Y mucho menos lo había ordenado. Cuando me traían la leña siempre les decía que la dejaran allí dentro y que no se preocuparan, que ya la colocaría yo... sabiendo que nunca lo haría.

Cuando me di cuenta de todo ello es cuando sentí el miedo.

En ese momento surgió un enorme crujido del tejado y se derrumbó. Casi no me dio tiempo a saltar afuera. Caí encima de la nieve haciéndome daño en una mano. Me levanté de un salto, salí corriendo dirección a la casa, salté los tres escalones, bajé el picaporte, empujé la puerta con el hombro para abrirla rápido y me choqué contra ella. Estaba cerrada con llave.

Me senté en la escalera que daba acceso a la casa recordando el porqué de vivir en un lugar tan apartado.

Había durado dos años la huida. Ya sabían dónde estaba. Sólo quedaba esperar.

Va >>

domingo, 6 de enero de 2008

Queridos:

No sé qué decir.

Me habéis conmovido de tal manera que... bueno... nunca imaginé tanta bondad y sabiduría... supongo que esa cantidad de siglos sorprendiendo con vuestros regalos... el hecho de ser magos... en fin.

Os había pedido dos cosas: que os olvidarais de mí, y un regalo para una persona que no conozco pero que, de tanto verle en la televisión con su pelo teñido de negro mientras predica con esa gracia que Dios le ha dado, es como si fuera de mi familia.

Y no habéis hecho ninguna de las dos cosas.

Me habéis dejado, junto a la chimenea y el árbol iluminado con leds de colores, un paquete con un mogollón de neuronas recién fabricadas.

Habéis dado con la solución perfecta.

Escucharé a la gente, en lugar de llamarles estúpidos, y nunca más me molestaré porque sigan llamando gilipollas a ese señor.

Muchas gracias.

ese

PD. Hasta el año que viene.


sábado, 5 de enero de 2008

Queridos Reyes:

Ya os he enviado mi carta pero, como no quería mezclar las cosas y mi deseo era que os olvidarais de mí, no incluí otro regalo que me gustaría.

No es para mí. Es para una de las personas que más admiro y quiero de este mundo.

Por favor, envuelve en un paquete unos cuantos millones de neuronas para llevárselas al Sr. Rajoy.

En todas las conversaciones que mantengo con extraños se empeñan en afirmar que es gilipollas.

Me afecta tanto que me gustaría que este año, el de su culminación como Presidente de Patriaña, como regalo de Reyes le dieseis un montón
enorme de neuronas fresquitas que sustituyan a todas las que le huelen ya a caspa para aparecer ante todos los patriotas como lo que realmente es: el mejor político de todos los tiempos y la persona más inteligente y babosa bondadosa del mundo.

Muchas gracias.

Atentamente.

ese

Queridas Majestades:

Hace más de veinte años que nos os pasáis por mi casa. Supongo que es debido a mi comportamiento: No es el adecuado de una persona sensata. Pero, como ya sabéis, no puedo contenerme y en lugar de razonar e intentar mantener una conversación amigable con la gente que no me cae bien, sin saber porqué, en vez de hablar y escuchar, ladro y escupo.

Este año tampoco me he portado bien. He sido realmente desagradable. Según voy creciendo disfruto más con ello.

Pero opino que esto no es excusa para que unos reyes tan espléndidos como presumís de serlo no tengáis en cuenta el trabajo que supone actuar de la manera en que lo hago.

Sería mucho más fácil dar la razón a cualquiera. Evitaría innumerables situaciones incómodas, tensas, violentas... en fin, fuera de tono y que ocasionan disgustos.

Y tendría algún amigo. Esta maldita obsesión por no aguantar dentro de la cabeza lo que pienso de la persona con la que hablo no es la mejor manera de ganarte amistades.

Ya. Ya sé que si no hago por cambiar seguiré siendo castigado sin regalos. Y también sé que nunca traéis todo lo que os pido. Bueno, para ser honestos, ya nunca traéis nada. Estoy acostumbrado a ello y conozco las normas, por ello este año he incluido un solo deseo en la lista que anualmente os envío.

Y como también sé que habiéndome portado especialmente mal y además prometiendo hacerlo aún peor cada día de este año tan largo que acaba de empezar, estoy convencido de que vais a regalarme justamente lo que os pido.

Queridos Reyes Magos:

Este año me gustaría que os olvidarais de mí.

Afectuosamente.

ese