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domingo, 6 de enero de 2008

Queridos:

No sé qué decir.

Me habéis conmovido de tal manera que... bueno... nunca imaginé tanta bondad y sabiduría... supongo que esa cantidad de siglos sorprendiendo con vuestros regalos... el hecho de ser magos... en fin.

Os había pedido dos cosas: que os olvidarais de mí, y un regalo para una persona que no conozco pero que, de tanto verle en la televisión con su pelo teñido de negro mientras predica con esa gracia que Dios le ha dado, es como si fuera de mi familia.

Y no habéis hecho ninguna de las dos cosas.

Me habéis dejado, junto a la chimenea y el árbol iluminado con leds de colores, un paquete con un mogollón de neuronas recién fabricadas.

Habéis dado con la solución perfecta.

Escucharé a la gente, en lugar de llamarles estúpidos, y nunca más me molestaré porque sigan llamando gilipollas a ese señor.

Muchas gracias.

ese

PD. Hasta el año que viene.


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