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sábado, 25 de noviembre de 2006

Amor secreto

Nunca nos hemos querido tanto, se dicen al oído cuando les rodea la gente.

Se conocieron cuando aún eran jóvenes, pero ambos tenían ya familia. Enseguida se dieron cuenta de que eran dos almas especulares, el reflejo de ellos mismos, la misma persona.

Y también supieron que su amor sería imposible y que nunca podrían hacerlo público.

Su trabajo les permitió verse muy a menudo. Por el día, la tarde o la noche. Incluso pudieron viajar y reunirse, a escondidas, en alguna habitación de hotel. Aislados del mundo. De la prensa. Del partido. De los escoltas.

No renunciaremos a nuestra carrera, pero nunca prescindiremos de nuestro amor. Ése fue su compromiso y alianza.

Al principio se les veía sonrientes cuando coincidían en algún acto, pero sabían que les vigilaban, desconfiaban de ambos porque el partido era consciente de sus ardientes ambiciones políticas. Querían encontrar algo de ellos que les permitiera, cuando fuera oportuno, hacerlo público o usarlo en su contra si ayudaba a los intereses de sus superiores.

Por eso, poco a poco, fueron cambiando su estrategia. Cuando había alguien cerca se miraban a los ojos con distancia y les empezó a gustar ese juego.

En privado el amor les desbordaba y en público hacían ver que se odiaban.

La prensa amplificó el desdén con que se trataban. Al partido le interesó la pelea ya que así, además del filón mediático, podría jugar con ellos a la doble baraja. A la oposición le encantaba esa lucha por el poder tan falta de sutileza.

Ahora, en el momento más importante de su carrera, cuando pueden llegar a conseguirlo todo, es cuando más se odian en público. De una forma tan descarada que están empezando a temer que alguien pueda descubrir el engaño.

Pero ya no les queda más alternativa que continuar con la farsa. Es la ambición y el amor lo que está en juego.

Nunca nos hemos querido tanto, se dicen al oído cuando les rodea la gente.

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