Más es menos
Dicen los expertos que componiendo música o interpretándola, menos es más.
Es el clásico axioma del minimalismo.
Estamos hablando de arte, de gente que se prepara durante muchos años y, una vez adquirida una técnica de composición o dominio de un instrumento, opta por condensar la esencia de lo que sabe para alcanzar un grado superior de transmisión musical.
Pocos son capaces de no dejarse llevar por el virtuosismo para demostrar su gran pericia interpretativa o creativa. La mayoría de los músicos profesionales, más que creadores o buenos instrumentistas, son máquinas que mueven feroces sus dedos inertes y con ello, no alcanzan a comunicarse con su oyente, son fríos y no te crees su música.
Pero ahora estamos hablando de politiqueo.
Más es menos.
Funciona la reciprocidad en este caso. Especialmente con alguien que, descaradamente, ha ocupado orgulloso el papel de arribista político.
Es similar a lo que ocurre con los llamados trepas. Siempre hay alguno cerca. Todos le conocen. Sus compañeros. Sus jefes. Y están ocupando esa situación, teóricamente ventajosa, hasta que llega el momento decisivo y todos, sin mirarse, deciden que ya no sirve para nada más.
Que yo sepa, y que conste que dada mi ignorancia sólo hablo por molestar, en este país imaginario, no votamos para elegir un presidente. Votamos para que alguien alcance una mayoría parlamentaria y con ella, pueda ser nombrado presidente.
Ningún bien podría haber hecho a la sociedad un político que, nada más perder, empieza amenazando con el poder que representan sus votos.
Posiblemente, Más pasará a la historia con el apelativo de el maximalista.
Más es menos.
Cuantos más votos, menos mandas.
Cuanto más oportunismo, menos efectividad.
Cuanto más chupas cámara, menos se te ve.
Cuantos más notarios visitas, menos te creen.
Cuanto más te creas, menos serás.
A algún músico, le abres los oídos cuando le dices: sí, está muy bien cómo tocas el piano, pero, por favor, ahora emplea tan sólo un dedo de cada mano y disfruta la belleza de la música.
En la vida es mejor hacer las cosas con mimo, sin alardes, sonrisas falsas, ni estrategias de mal gusto.
Lo cierto es que luce un flequillo muy cuidado.
Es el clásico axioma del minimalismo.
Estamos hablando de arte, de gente que se prepara durante muchos años y, una vez adquirida una técnica de composición o dominio de un instrumento, opta por condensar la esencia de lo que sabe para alcanzar un grado superior de transmisión musical.
Pocos son capaces de no dejarse llevar por el virtuosismo para demostrar su gran pericia interpretativa o creativa. La mayoría de los músicos profesionales, más que creadores o buenos instrumentistas, son máquinas que mueven feroces sus dedos inertes y con ello, no alcanzan a comunicarse con su oyente, son fríos y no te crees su música.
Pero ahora estamos hablando de politiqueo.
Más es menos.
Funciona la reciprocidad en este caso. Especialmente con alguien que, descaradamente, ha ocupado orgulloso el papel de arribista político.
Es similar a lo que ocurre con los llamados trepas. Siempre hay alguno cerca. Todos le conocen. Sus compañeros. Sus jefes. Y están ocupando esa situación, teóricamente ventajosa, hasta que llega el momento decisivo y todos, sin mirarse, deciden que ya no sirve para nada más.
Que yo sepa, y que conste que dada mi ignorancia sólo hablo por molestar, en este país imaginario, no votamos para elegir un presidente. Votamos para que alguien alcance una mayoría parlamentaria y con ella, pueda ser nombrado presidente.
Ningún bien podría haber hecho a la sociedad un político que, nada más perder, empieza amenazando con el poder que representan sus votos.
Posiblemente, Más pasará a la historia con el apelativo de el maximalista.
Más es menos.
Cuantos más votos, menos mandas.
Cuanto más oportunismo, menos efectividad.
Cuanto más chupas cámara, menos se te ve.
Cuantos más notarios visitas, menos te creen.
Cuanto más te creas, menos serás.
A algún músico, le abres los oídos cuando le dices: sí, está muy bien cómo tocas el piano, pero, por favor, ahora emplea tan sólo un dedo de cada mano y disfruta la belleza de la música.
En la vida es mejor hacer las cosas con mimo, sin alardes, sonrisas falsas, ni estrategias de mal gusto.
Lo cierto es que luce un flequillo muy cuidado.
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