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jueves, 14 de diciembre de 2006

Ascensor

Siempre que voy en un ascensor temo que llegue el momento de la parada.

Igual el número del piso no corresponde con el marcador luminoso, o quizás no se abren las puertas, o cuando estoy entre ellas se cierran de golpe, o hay tanta gente que no me deja salir, o lo que es aún peor, que decida quedarme en mi lugar favorito. En el único sitio donde no tengo que hablar con nadie. Ni siquiera mirarle.

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