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jueves, 8 de febrero de 2007

2 años sin salir de casa

Lleva 2 años sin salir de casa.

Un antiguo amigo, neurólogo, le había ido firmando las bajas por enfermedad que le permitieron no tener que ir a trabajar y seguir cobrando.


Lo hizo por compasión. Le contó que tenía un problema acuciante que se había ido desarrollando a lo largo del tiempo y que ya no aguantaba más.

No podía relacionarse con la gente.

Al principio lo consideraba como roces de trabajo, discusiones por diferencias de criterio con amigos, falta de emoción con la pareja, insatisfacción con su propia vida. Pero ya no aguantaba ni, compartir espacio en el metro, cruzarse con desconocidos por la calle, ir a comprar y tener que hablar con los dependientes, charlar por teléfono...

Su amigo le dijo que necesitaba ayuda sicológica, y le contestó que ya lo había intentado y que la mera estancia a solas con el médico le producía tanta ansiedad que luego casi no tenía fuerzas para volver a su casa.

Ante esa situación, faltando a la verdad falsificó su historial, cogió radiografías y resonancias magnéticas que no eran de él, inventó diversas pruebas y resultados, y diagnosticó esclerosis múltiple en fase terminal.

Una vez conseguida la baja por incapacidad se propuso ir recuperando su tolerancia hacia los demás pero le fue imposible.

Le empezó a dar miedo salir a la calle, compraba todo lo que necesitaba por teléfono o por internet, y llegó a su fase más aguda.

Una mañana, al ir a afeitarse, repudió la cara que se reflejaba en el espejo. Ya no se aguantaba ni a sí mismo.

Desde aquel día optó por quitar todos los espejos de la casa y decidió no salir de la cama. Cuando lo hacía por necesidades vitales, como ir al baño, preparar la comida, sentarse para comer, tenía que apagar las luces de la casa porque empezó a despreciar su propia sombra.

Durante el día mantenía su casa a oscuras bajando todas las persianas y sufría con su problema.

Soñaba con espacios abiertos, sin gente, sin luz, inmaculados.

Por fin descubrió cuál podría ser la solución a sus problemas. Se tapó por completo con la sábana, empezó a contar ovejas, y se hizo invisible.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Invisible dentro de la propia cama