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miércoles, 23 de abril de 2008

Los árboles andan

  • Los árboles andan.
Nos miramos de reojo sin saber qué decir.

Hacía mucho tiempo que Ester no acudía a las cenas semanales. A raíz de su accidente con el coche estuvo algo más de un mes hospitalizada debido al traumatismo craneal que sufrió al golpearse contra el parabrisas.

Los doctores dijeron que en las pruebas de imagen se observaba que la zona derecha de su cerebro estaba soportando mucha presión al estar inflamada a causa de unos hematomas. Opinaban que se reabsorberían por sí mismos pero temían que el proceso fuera muy lento y pudieran provocar un desajuste neuronal. Fue intervenida quirúrgicamente y pasados unos días confirmaron que la operación había resultado satisfactoria ya que en la resonancia magnética se veía que los hematomas habían desaparecido.

A la semana salió del hospital pero, según me contó por teléfono, no se encontraba del todo bien. No podía dormir a pesar de la mediación que tomaba, se mareaba y sentía como la parte izquierda de su cuerpo perdía movilidad a la vez que los colores viraban en su totalidad hacia la gama del verde.
  • Tranquila. No te preocupes. Cuenta a tus médicos estas molestias. Será que aún te encuentras algo traumatizada por el accidente, el hospital, la operación... las recuperaciones siempre son lentas.
  • No han encontrado nada extraño y ya he desistido de contarles más. No quiero que piensen que estoy loca y se les ocurra encerrarme para hacerme pruebas extrañas o medicarme hasta que no me entere de nada.
  • Si quieres hablo con la hermana de Rubén que es sicóloga. Quizá te sirva de ayuda y así no hace falta que te vean en el hospital.
  • No. Déjalo. No tiene importancia. Ya os llamaré un día de estos y quedamos para cenar.
Unas semanas después fue la cita. Nos juntamos cerca de treinta. Teníamos muchas ganas de verla.
  • Cuando me salí de la carretera iba directa contra un árbol y éste se apartó. Se movió hacia un lado pero no le dio tiempo a retirarse del todo y me estrellé contra él. Cuando llegó la ambulancia pude ver que estaba arrancado del suelo.
  • Lo mismo fue una ilusión óptica. Te habías salido. El coche iría descontrolado. El susto.
  • No. Lo vi muy claro. Intentó retirarse de mi camino. He vuelto al lugar del accidente y aún se encuentra allí. Tumbado en la tierra. Secándose. Muerto.
  • Venga Ester. Lo importante es que tú estás bien.
  • No son tonterías lo que os cuento. Los árboles andan. Despacio.

3 comentarios:

Єѕтnoм dijo...

Decir que el árbol se movió es como decir que Dios existe.

Los árboles no andan, seguro.
Qué más quisieran ellos...

Anónimo dijo...

mi peor pesadilla...un accidente de coche y sus múltiples secuelas...

yo la creo

NáN dijo...

El mundo de los árboles es raro; para nosotros, claro, ellos tienen sus conflictos y se acusan unos a otros de todo, pero se ven normales.

A mi si me pilla la noche cruzando un bosque solo, me acojono. Luego es fácil venir y decir "no se mueven", pero solo allí, veo que hacen tantas cosas.

Eso sí, tan despacio que no pueden apartarse a tiempo de la trayectoria de un coche, han quedado desadaptados a nuestra mecánica.

La protagonista, por el impacto emocional, se empeña en no disimular lo que tantos sabemos. Ese es su problema, fijación a realizades que son de mal gusto mencionar. Mal asunto.