Sólo quedaba esperar
Caminaba mirando al suelo desde la casa hasta la leñera para evitar resbalar por la nieve. Tan ensimismado en cada pisada que al llegar es cuando vi la puerta del cobertizo abierta.
Sentí un sobresalto en el pecho.
Me quedé inmóvil. Escuchando. Mirando al frente y sintiendo mi alrededor.
Ayer lo había cerrado como siempre. Alguien había entrado y quizás aún se encontraba dentro, pero me extrañaba que no tuviera cerrada la puerta con ese frío. No se veían pisadas en la entrada. Quien entró y salió, o no, lo hizo unas horas antes porque la nevada había tapado las huellas.
Si hacía ruido alertaría a quien pudiera estar ahí. Si entraba corría el riesgo de encontrarme con algún peligro. Tampoco podía retroceder.
Dos segundos debió durar esa situación. Di unos pasos y entré.
La leña ordenada al fondo, la mesa de trabajo a la derecha con las herramientas colgadas en la pared, la cesta, la carretilla, el baúl que llevé un día y se quedó para siempre. Todo seguía allí. Pero estaba cambiado de lugar y perfectamente limpio y ordenado.
Nunca había limpiado el cobertizo que utilizaba para guardar la leña y las herramientas. Y mucho menos lo había ordenado. Cuando me traían la leña siempre les decía que la dejaran allí dentro y que no se preocuparan, que ya la colocaría yo... sabiendo que nunca lo haría.
Cuando me di cuenta de todo ello es cuando sentí el miedo.
En ese momento surgió un enorme crujido del tejado y se derrumbó. Casi no me dio tiempo a saltar afuera. Caí encima de la nieve haciéndome daño en una mano. Me levanté de un salto, salí corriendo dirección a la casa, salté los tres escalones, bajé el picaporte, empujé la puerta con el hombro para abrirla rápido y me choqué contra ella. Estaba cerrada con llave.
Me senté en la escalera que daba acceso a la casa recordando el porqué de vivir en un lugar tan apartado.
Había durado dos años la huida. Ya sabían dónde estaba. Sólo quedaba esperar.
Sentí un sobresalto en el pecho.
Me quedé inmóvil. Escuchando. Mirando al frente y sintiendo mi alrededor.
Ayer lo había cerrado como siempre. Alguien había entrado y quizás aún se encontraba dentro, pero me extrañaba que no tuviera cerrada la puerta con ese frío. No se veían pisadas en la entrada. Quien entró y salió, o no, lo hizo unas horas antes porque la nevada había tapado las huellas.
Si hacía ruido alertaría a quien pudiera estar ahí. Si entraba corría el riesgo de encontrarme con algún peligro. Tampoco podía retroceder.
Dos segundos debió durar esa situación. Di unos pasos y entré.
La leña ordenada al fondo, la mesa de trabajo a la derecha con las herramientas colgadas en la pared, la cesta, la carretilla, el baúl que llevé un día y se quedó para siempre. Todo seguía allí. Pero estaba cambiado de lugar y perfectamente limpio y ordenado.
Nunca había limpiado el cobertizo que utilizaba para guardar la leña y las herramientas. Y mucho menos lo había ordenado. Cuando me traían la leña siempre les decía que la dejaran allí dentro y que no se preocuparan, que ya la colocaría yo... sabiendo que nunca lo haría.
Cuando me di cuenta de todo ello es cuando sentí el miedo.
En ese momento surgió un enorme crujido del tejado y se derrumbó. Casi no me dio tiempo a saltar afuera. Caí encima de la nieve haciéndome daño en una mano. Me levanté de un salto, salí corriendo dirección a la casa, salté los tres escalones, bajé el picaporte, empujé la puerta con el hombro para abrirla rápido y me choqué contra ella. Estaba cerrada con llave.
Me senté en la escalera que daba acceso a la casa recordando el porqué de vivir en un lugar tan apartado.
Había durado dos años la huida. Ya sabían dónde estaba. Sólo quedaba esperar.
Va >>
4 comentarios:
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¡Dios mío, creo que esta noche voy a soñar que me persiguen Mr. Propper y el mayordomo del algodón que no engaña!
...Yo llevaba dos años huyendo de él.
¡Dios mío, alguien le ha soplado tu dirección a Crescenet!
Estos Reyes Magos son unos soplones de mrd (me han dicho que si escribes sin usar vocales los americanos te regalan muchas cosas, y como has demostrado que los RR.MM son unos cbrns).
Si sobrevives, cosa que dudo porque en la puta nieve y con una mano jodida no podrás encender una cerilla para hacer un fuego y calentarte, cuéntanos cómo sigue esto. Total, ni Rfa. ni yo vamos a dormir porque estamos cagados de miedo.
Como dice el monstruo Crescenet, a hug.
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