¡Oye...
Andrés...! Le decía su madre.
Antonio...! Le decía su padre.
Ángel...! Le decía su hermana.
Ander...! Le decía su amigo.
Aniceto...! Le decía su compañero de clase.
Anastasio...! Le decía su vecino.
Antonio...! Le decía su padre.
Ángel...! Le decía su hermana.
Ander...! Le decía su amigo.
Aniceto...! Le decía su compañero de clase.
Anastasio...! Le decía su vecino.
Federico nunca se sintió aludido.
11 comentarios:
Oído.
¿Sabes?, aunque el tono sea otro, la poeta Beatriz Russo tiene un blog, llamado Cuentos Chinos, en el que escribe poemas en chino como ayuda a su aprendizaje de esa lengua. Son bonitos, pero además luego los traduce ella misma, para que los entendamos. El que le leí ayer me resuena con esto:
El anciano moribundo preguntó a su mujer:
- Esposa, ¿quién soy yo?
La mujer le miró y le respondió:
- Tú eres mi esposo。
Después, el anciano moribundo preguntó a su hijo:
- Hijo, ¿quién soy yo?
El hijo le miró preocupado por el delirio y le respondió:
- Tú eres mi padre。
El anciano moribundo buscó otra respuesta y preguntó a su amigo:
- Amigo, ¿quién soy yo?
El amigo le agarró una mano y le respondió con dulzura:
- Tú eres un buen amigo。
El anciano moribundo se quedó en silencio y le preguntó a Dios:
- Dios mío, ¿quién soy yo?
Entonces, el anciano moribundo al no encontrar respuesta se preguntó a sí mismo:
- Y yo, ¿quién soy yo?
El anciano moribundo cerró los ojos y no le dio tiempo a responderse.
BEATRIZ RUSSO
Hola NáN.
Gracias por traer un poema tan bonito de tierras lejanas.
Conocía A través del ojo del buey y sus antropomorfismos bovinos fascinantes. Pero no sabía de sus cuentos chinos.
Algunos de ellos sorprendentes.
¡Oye, tú, ese de ahí..., no, tú no, sí, tú, el otro, ese otro!
Que sí, que te oigo.
¿Qué hablo poco?
Es que no me hacen caso, y prefiero mantenerme calladito.
¿O es al otro a quien llamas?
Porque si es a ese otro le digo que venga.
Que es amigo. O al menos eso cuenta...
En realidad al que llamo es a ese otro, que bien podrías ser tú, pero no sé si te has preguntado, como el anciano moribundo, quién eres tú, porque si te lo has preguntado es posible que te hayas contestado que tú no eres tú, sino ese otro.
Es que como me gusta creerme todo, ahora ya no sé si soy ese o ese otro.
Es parte de un trastorno disociativo de la identidad inventado por ese otro y asimilado por mí... o quizá fui yo quien fingió ser ese.
¡Qué jaleo!
Voy a inventarme otro ese. Creo que así podré salir de dudas.
Puede que simplemente seas un producto de mi imaginación, donde ese no es más que otro.
... de tu imaginación y de la de ese otro.
diossssss!, qué follón, y eso que todos los nombres empiezan por An-. Anacleto...!
Anacleto, superagente secreto ;-)
:-D))))
Publicar un comentario